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Alfred Hitchcock y el caso del cerebro transparente

Por: Luis M. Ariza | 17 de abril de 2013


Recuerdo con toda claridad la primera película que vi en la televisión en su totalidad, cuando era niño. Fue Cortina Rasgada, de Alfred Hitchcock. Narraba la historia de un científico, el profesor Armstrong (interpretado por Paul Newman) que tenía que viajar a la Alemania del este para robar una fórmula del cerebro de otro científico. Jamás hasta ese día había sido capaz de quedarme delante del televisor para ver una película de principio a fin. Eran otros tiempos en los que la pantalla me parecía algo tremendamente aburrido. Hasta que Hitchcock me atrapó.

La impresión fue tan vívida que llegué a pensar que la televisión era una fuente increíble de experiencias, que todas las películas que echaban te mantenían quieto en el sofá y con los ojos de plato. ¡Pueden creerlo! Por supuesto, la decepción no tardó en llegar.

Claro que Cortina Rasgada, para muchos cinéfilos, no resultaba ni mucho menos el mejor film del maestro –se la ha definido como un saco de trucos. ¿Por qué se me quedó grabada? Mucho tiempo después, pensé que Hitchcock podría ayudar a los estudiosos del cerebro humano a comprender mejor su funcionamiento.

La escena en la que Paul Newman (el físico Armstrong) usa un horno de gas para asesinar a Gromek, el esbirro que las autoridades de la Alemania oriental han puesto para vigilarle, es una de mis favoritas. Y tenía que tener alguna explicación en lenguaje de neuronas. El suspense que se desencadena cuando los alemanes descubren que el profesor Armstrong es un espía antes de que Newman sea consciente de ello es como un escalofrío delicioso y provoca una sensación casi adictiva. Algo así debe tener por fuerza un retrato en la bioquímica de nuestra cabeza. ¿No les parece?

Ahora, un grupo de científicos del City Collegue de Nueva York ha dado con la respuesta. ¡Eureka!





Paul Newman como el profesor Armstrong tratando de matar a Gromek (Wolfgang Kieling), quien ha descubierto que es un espía americano, en el film Cortina Rasgada. Cortesía de Universal Pictures.





Los científicos decidieron estudiar a veinte individuos con cascos de electrodos mientras veían el corto que dirigió Hitchcock para la televisión, titulado Bang, You´re dead!, presentado en uno de sus famosos programas. ¿Lo han visto? Seguro que el argumento les suena. Un niño vestido de vaquero sustituye su pistola de juguete por la de su padre, que acaba de llegar de un viaje de África. El pequeño se lleva unas cuantas balas


de verdad en el bolsillo y cuando se le caen empieza a rellenar los agujeros del tambor. Llega un momento en que, con el tambor totalmente cargado, el próximo disparo del niño acabará en una catástrofe.

El pequeño apunta a varios personajes en su juego, pero no llega a apretar del todo el gatillo...hasta que vuelve a la casa para jugar con la mujer que lo cuida. El padre se ha dado cuenta del cambio, y la madre busca desesperadamente al pequeño. Pero los espectadores sí que son conscientes de la tragedia que está a punto de desencadenarse...es un ejercicio sencillo y magnífico de este genio cinematográfico.

Los científicos determinaron que en las secuencias cumbre, en las que el niño va cargando las balas una a una, y en las que apunta a sus víctimas y esta a punto de disparar, la actividad neuroeléctica del cerebro era máxima. Incluso correlacionaron los picos de actividad con el montaje de Hitchcock, hasta el punto de que en cada encefalograma (EEG) de cada voluntario se podía deducir ¡qué escena estaba viendo! No podía ser de otra forma! El maestro del suspense es capaz de enseñarnos como funciona nuestro cerebro. Les dejo aquí un video que parece cosa de ciencia ficción. Fíjense en las cumbres de la gráfica del EEG. Son máximas cuando el suspense crece.




Video cortesía de The City University of New York.




En otro estudio previo, usando un escáner de resonancia magnética funcional capaz de visualizar el cerebro en pleno funcionamiento, los científicos de la Universidad de Nueva York ya habían demostrado que el suspense de Hitchcock mostrado en este corto activaba el 65 por ciento de la corteza cerebral en todos los voluntarios.

En otras palabras, la involucración del cerebro era la mayor y en todos los casos. Se hicieron pruebas similares mientras la gente veía escenas del film de Sergio Leone, El Bueno, el Feo y el Malo (que obtuvo un 45 por ciento de respuesta, nada mal pero por debajo del director británico).






La magnífica escena de la fiesta en Encadenados, con Claude Rains, Gary Grant e Ingrid Bergman. Cortesía de RKO Radio Pictures.





Claro que tenemos otros muchos ejemplos. La famosa escena del asesinato en la ducha en el motel Bates enPsicosis; la forma en la que Ingrid Bergman roba la llave de la bodega a Claude Rains en Encadenados mientras éste le coge las manos diciendo "confío en tí", abriendo y besando la mano derecha de ella, justo la que pensamos que guarda la llave...¡y está en la otra! O la tensa espera en la que se va agotando el champán en la fiesta y Rains tendrá que bajar a la bodega a reponer la bebida, momento en que sabrá que le han robado la llave... ¿Cual es la escena favorita de suspense de los lectores de Planeta Prohibido?

(Por cierto, en 1961 un grupo de gaviotas enloqueció lanzándose contra las casas de la bahía de Monterey, en California. El científico Sibel Bargu, de la Universidad de Louisiana, decidió averiguar la causa y estudió los contenidos estomacales de tortugas y gaviotas que fueron recogidas ese año en prospecciones llevadas a cabo en barcos. Bargú encontró que contenían un tipo de alga tóxica que afectaba al cerebro y los nervios de aquellas aves, y está convencido que esa es la causa de ese comportamiento suicida. Dos años después, Hitchcock estrenaría Los Pájaros, una de sus mejores películas).





Alfred Hitchcok en una imagen promocional de Los Pájaros. Cortesía de Universal Pictures.


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